El viernes 9 de mayo de 2025, en una sala repleta de la Unión Griega de Editores de Prensa Diaria, tuvo lugar la presentación del nuevo libro de Leonidas Vatikiotis, «Ucrania, el gran plan: aunque no existiera, habría que inventarlo», publicado recientemente por TOPOS Publications. Además del autor, participaron en la mesa redonda el periodista Aris Hadjistefanou, el ex viceministro de Defensa Kostas Isichos, el ex embajador de la República Helénica en Ucrania Vassilis Bornovas y, en representación de la Agencia Internacional de Noticias para la Paz y la No Violencia Pressenza, Marianella Kloka. El debate fue moderado por el periodista Paris Karvounopoulos. A la espera de la edición del vídeo del evento completo, en el que se debatieron cuestiones importantes sobre el autor, el contenido de su nuevo libro y la situación en Ucrania, publicamos la declaración de nuestra editora, Marianella Kloka.
Quiero dar las gracias a Leonidas Vatikiotis por haberme invitado a participar en la mesa redonda de hoy, cuyo tema central es Ucrania.
También por la colaboración que hemos mantenido durante los últimos siete años de diferentes maneras y por esta oportunidad de expresar públicamente mi agradecimiento por sus ideas, su sensibilidad y su trabajo.
Comenzaré diciendo que, tanto a título personal y colectivo, como agencia internacional de noticias por la paz y la no violencia Pressenza condena la guerra como la forma más extrema de violencia y de usurpación de la soberanía de un pueblo por otro. Esto es innegociable y universal.
No hay nada que justifique la invasión rusa de Ucrania. No hay nada que justifique la violencia en todas sus formas: política, estatal, física, económica, de género, moral. A nivel internacional, en Pressenza estamos con el pueblo ruso que resiste la guerra, con los auténticos objetores de conciencia y con el mundo de los intelectuales rusos encarcelados.
Lo que sin duda existe, y el libro de Leonidas Vatikiotis trata con especial interés, es el papel de las fuerzas occidentales y también la violencia de estas, no solo en la creación de las condiciones para la invasión rusa, sino especialmente en la forma en que se ha utilizado al pueblo ucraniano, desde la creación misma del Estado, con promesas de adhesión y los últimos acontecimientos para mantenerlo congelado en la ilusión de ser parte de la UE y la OTAN.
¿Por qué leer el libro «Ucrania, el gran plan: si no existiera, habría que inventarlo»?
En primer lugar, porque documenta que la Guerra Fría no terminó con el acuerdo Reagan-Gorbachov para eliminar las armas nucleares en 1987, ni se respetó el acuerdo de no expandir la OTAN hacia el este tras la aceptación de la adhesión de la Alemania unificada a la OTAN.
El colapso de la URSS y la administración Yeltsin permitieron tanto a EE. UU. como a la UE trazar planes de influencia y, a menudo, de intervención directa en los nuevos Estados creados, llevando al poder a líderes con extrema facilidad, manipulando la opinión pública y reforzando la propaganda antisoviética y antirrusa.
En segundo lugar, porque documenta cómo esta guerra ha favorecido el aumento de la tasa de beneficio de la vanguardia de la economía mundial en al menos tres sectores: la industria bélica, la agroalimentaria y la energética. Los ganadores de esta guerra tienen nombre: Lockheed Martin, Raytheon Technology, Northrop Grumman, General Dynamics, ADM, Bunge, Cargill, Cheniere, Venture Global, ConocoPhillips, Chevron, Exxon.
En tercer lugar, porque ofrece una valiosa visión histórica y cronológica de la Ucrania soviética y postsoviética, información importante sobre Crimea y amplias referencias a la historia del Donbás: desde Juzovka en 1869, pasando por el papel que desempeñó en la creación y el fortalecimiento de la industria de la Unión Soviética, el estajanovismo, el impacto del cambio energético hacia el gas natural, hasta los grandes movimientos obreros bajo Gorbachov que reclamaban participar en los centros de decisión y la represión de la corrupción, los ocasionales derramamientos de sangre por parte de los fascistas ucranianos, el referéndum de autodeterminación e independencia de 2014, hasta la decisión de Rusia de reconocer las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk y la invasión rusa del 24 de febrero de 2022. Cabe destacar el capítulo que describe las cuatro categorías que resumen las aproximadamente 800 reivindicaciones de las acciones de huelga de los trabajadores de la región durante el periodo de la Perestroika, que para quienes hoy nos dedicamos a la defensa de los derechos son una importante fuente de inspiración: la primera incluía demandas sobre la estructura y la gestión de la industria del carbón; la segunda, aumentos salariales, vacaciones, vivienda y cantidades de bienes proporcionados por el Estado; la tercera, asistencia sanitaria, higiene y seguridad; y la cuarta, protección de los trabajadores pioneros y los cuadros del movimiento frente a posibles persecuciones.
En cuarto lugar, porque explica el papel de Alemania y Estados Unidos en el fortalecimiento del nazismo en Ucrania: desde la época de Stepan Bandera y las masacres de Lviv, Volyn y Bami Yar, pasando por la colaboración con los nazis, la incorporación de Bandera a la CIA, el empoderamiento de nuevas formaciones políticas fascistas, la legitimación de la Orden de Azov y el papel que desempeñaron los neofascistas en el Maidán, Euromaidán y el baño de sangre en el Donbass. La desnazificación de Ucrania es, en mi opinión, un mero pretexto para la invasión de Rusia, ya que si quisiera desnazificarse primero, no habría facilitado las relaciones financieras de los bancos rusos con el partido de Marine Le Pen ya a partir de 2014 y habría establecido un glorioso campo de acción para la desnazificación dentro de Rusia. No obstante, es muy importante interpretar el surgimiento del neofascismo en Ucrania en el contexto de las celebraciones de ayer y de hoy, y para comprender algunas ilusiones que tenemos en Occidente: aún no hemos terminado con la Guerra Fría, ni con el fascismo.
Quinto, la transformación de la Unión Europea en un juguete involuntario y sumiso de Washington, como se describe en la contraportada del libro. ¿Cuáles son los componentes de la política de la UE? La imposición de sanciones a Rusia sin ninguna garantía de nuestra independencia y autosuficiencia como Unión en términos de suficiencia energética a precios asequibles, el autoritarismo, el control sin precedentes del flujo público de información y la prohibición de la libertad de opinión, la anulación de la cultura rusa en general, la injerencia flagrante en las elecciones de otros países, la asunción de los costes de la reciente paranoia armamentística, la degradación del gasto social, la financiarización acelerada de la economía europea, la anulación en la práctica del Pacto Verde, el empobrecimiento mental y económico del precariado y muchas otras cosas que en el libro se analizan y documentan.
En sexto lugar, por la importante información sobre la tendencia a largo plazo de los ucranianos hacia la adhesión a la OTAN entre 2002 y 2023. Como explica Leonidas Vatikiotis, «la actitud de los ucranianos hacia la OTAN es de gran interés por tres razones principales. En primer lugar, porque desde noviembre de 2000 hasta mayo de 2014, los ucranianos rechazaron de forma abrumadora, a veces por amplia mayoría, la adhesión a la OTAN. Sin embargo, la mayoría anti-OTAN recuperó terreno en 2014, es decir, después de que se impusiera el régimen del Euromaidán. Pero, como muestra el gráfico, la mayoría pro-OTAN entre 2014 y 2021 se mantuvo permanentemente por debajo del umbral crítico del 50 %. Por el contrario, la mayoría anti-OTAN superó el 60 % casi todos los años entre 2006 y 2013. Y la mayoría pro-OTAN solo superó el 80 % después del inicio de la guerra, cuando esta adhesión se presentó como una condición para la supervivencia de Ucrania».
Se puede entender la resistencia del pueblo ucraniano a las sirenas de la OTAN a pesar de la corrupción y la turbulenta vida política que estaba padeciendo, y probablemente lo interesante que hubiera sido un experimento de neutralidad si los líderes políticos hubieran pensado con calma y a favor del progreso y la prosperidad del pueblo ucraniano.
Thanasis Skamnakis, periodista, escritor y miembro de La Izquierda, autor de la introducción del libro, me ayudará con mis comentarios finales. «Alrededor de la ética de la geopolítica se levantan y lloran millones de personas puras y militantes. Y después de enfrentarse a la realidad y a la magnitud de las luchas sociales y políticas, llegan a la fácil y frustrante conclusión de que los poderosos se encargan de todo y que no tiene sentido molestarse. Es obviamente injusto. La política tiene ética, pero no metafísica. No se trata de quién tiene razón en un momento dado o quién tiene más razón que otro. La política tiene la moralidad de reivindicar a la clase trabajadora, a los pueblos, sus intereses, su victoria para imponer la moralidad de la conciencia. Así pues, la conclusión final es que los seres humanos, los pueblos, son los únicos reclamantes de la moralidad de la historia y la política, siempre que desempeñen su papel histórico. La presencia de los pueblos, de los movimientos, de la resistencia, de los planes para un cambio radical es la cantidad crítica, la exigencia de nuestro tiempo. Las condiciones históricas son mantenidas y creadas por el pueblo, como dice Brecht.»
En mi opinión, la acción cotidiana de todos y cada uno de nosotros para afirmar la existencia y la ampliación de esta masa crítica con el fin de hacer brillar la luz de la conciencia moral es importante por muchas razones, pero sobre todo por una: porque la acción en cohesión y solidaridad nos hace encontrar sentido y alimenta la esperanza y la lucha contra la decepción y la desesperación.
La paz es indivisible, dijo Maxim Litvinov, diplomático soviético y comisario de Asuntos Exteriores, allá por 1934-1935. La paz será colectiva, unida e indivisible, dentro y fuera de las fronteras de los Estados, o no existirá. Me parece que esto tiene un significado igual de importante para hoy.
Gracias por este libro, Leonidas.
Traducido del inglés por David Meléndez Tormen